viernes, 24 de noviembre de 2017

Ponerse en los zapatos del otro

Es una metáfora muy socorrida para hablar de la empatía. Yo mismo la he empleado muchas veces para explicar lo que significa ponerse en el lugar de otra persona para ver las cosas como ella las ve. La metáfora es sugestiva, pero hasta ayer no la había llevado a la práctica con un realismo casi asqueroso. Ayer abordamos durante todo el día el tema de la inculturalidad. Sí, ya sé que es un tema de moda. Corremos el riesgo de taparnos los oídos para no sucumbir a los tópicos. Yo soy muy reacio a dejarme arrastrar por lo que se lleva en cada tiempo. Basta que una palabra se repita mucho para que evite emplearla. Pero eso no me exime de reconocer que, en el marco de la globalización, la relación entre personas de distintas culturas se hace cada vez más frecuente. Para que esa relación sea enriquecedora es necesario adiestrarnos en el diálogo intercultural. Esto supone ensanchar la mente y el corazón, cultivar actitudes de apertura y respeto y entrenarnos en algunas destrezas. La mayoría de nuestras comunidades misioneras son interculturales; es decir, están formadas por claretianos provenientes de diversas culturas que entra en relación y crean un nuevo espacio de convivencia.

Ayer nos introdujimos en este apasionante tema con una dinámica. El animador nos invitó a descalzarnos para sentir en nuestros pies el suelo que pisamos. Descalzarse es ya un símbolo de desapropiación y de respeto, aunque en las culturas europeas puede significar también una falta de urbanidad y de higiene. Ya desde el punto de partida el gesto admite varias interpretaciones. Durante algunos segundos experimentamos la dureza del contacto de nuestra piel con la base que nos sustenta. Después, se nos invitó a pasar nuestros zapatos (o sandalias o chanclas) al compañero que teníamos a nuestra derecha. Primera sorpresa. ¿Qué pinto yo sosteniendo con la mano un par de zapatos que no son míos? La verdad es que me sentí un poco ridículo. No me gusta tocar las cosas de los demás, y menos el calzado. Desde niño fui educado en no manosear algo que está en contacto con el suelo. Superado el rechazo inicial, comenzó la etapa de exploración. ¿Qué podemos saber de una persona examinando con detalle su calzado? A partir del número, podemos intuir la altura y quizás el peso. Si está muy desgastado, podemos intuir el tipo de hábitos que lleva, etc. Las personas más agudas pueden deducir otras muchas cosas partiendo de la forma, el olor, el grado de conservación, la textura, etc.

Cuando ya creía que la dinámica había terminado, el animador se atrevió a sugerirnos que introdujéramos nuestros pies en los zapatos que nos había pasado nuestro compañero sentado a la izquierda. El grupo estalló en una carcajada. ¡Eso era ya demasiado! A pesar de que en mi vida misionera he tenido que pasar por muchas experiencias chocantes, reconozco que, de entrada, calzar zapatos de otro me produce repugnancia. Pero era una prueba que había que superar. Tuve la suerte de que  los zapatos que recibía eran, más o menos, de mi número y de una textura muy suave, lo cual permitía que se ajustaran sin violencia a la forma del pie. Dentro de los zapatos de mi compañero empecé a pensar lo que supone colocarse en el lugar del otro, sobre todo cuando proviene de una cultura muy distinta a la mía. Significa adentrarse en el misterio de otra lengua, hacer un esfuerzo por captar los matices de las palabras, las inflexiones de la voz, los conceptos clave, los gustos y disgustos… en fin, un universo de significaciones. ¡Qué importante es colocarse en el lugar de la otra persona para comprender por qué sufre o goza, por qué tiene miedo o se irrita, por qué pregunta o se calla, por qué está triste o alegre! Creo que no voy a olvidar fácilmente la lección de ayer. Tendré muchas ocasiones de aplicarla en mi vida diaria.

2 comentarios:

  1. Querido Gonzalo,
    El pensamiento tuyo compartido de hoy me ha hecho pensar en las diferencias reales que existen entre lo que digo y lo que hago. Sin más. Un abrazo desde el sur de Europa.
    Juan

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  2. Muy interesante. Trato de aplicar lo de ponerse en los zapatos del otro, pero no siempre es fácil . Gracias por tus aportaciones, Gonzalo.

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